Star Trek (J. J. Abrams, 2oo9)
La undécima película de la saga Star Trek (creada por Gene Roddenberry), nos narra los comienzos de la mítica nave USS Enterprise y de sus ocupantes.
Una gran parte del metraje de la película transcurre en la Tierra en el año 2258, en la ciudad de San Francisco. Se trata de un futuro totalmente opuesto al que muchas películas de ciencia-ficción plantean, en las que la raza humana está destinada al desastre, y en las que se pueden ver ciudades decadentes que muestran la peor cara de sus habitantes. Por el contrario, en Star Trek el planeta Tierra goza de una buena salud, en la que la sociedad ha evolucionado lo suficiente como para poder expandirse por el Universo junto con el resto de razas alienígenas, mientras que en nuestro planeta se vive una vida próspera marcada por los avances tecnológicos.
San Francisco aparece como una ciudad inundada de enormes rascacielos que dejan pequeños a los que se pueden ver hoy en día.
A pesar de este aspecto de megaciudad, se nos muestran imágenes en las que la arquitectura parece mezclarse con grandes zonas verdes bien cuidadas, lo que hace pensar en una preocupación por el medio ambiente y por el bienestar de los habitantes.
En cuanto a la tipología de los edificios, parece que los materiales predominantes siguen siendo el hormigón, el acero y el vidrio, creándose enormes edificaciones más propias de la arquitectura espacial que de la terrestre.
Otra de las civilizaciones de las que podemos disfrutar en la película es la de los vulcanianos. Su planeta, Vulcano, no goza de la variedad geológica de la Tierra, y mucho menos de sus plantas y animales. Se trata de un planeta árido, con cierto parecido a Marte, en el que sus habitantes han tenido que adaptarse a las condiciones del medio. Aquí se muestra una arquitectura singular, ciudades que se protegen en las montañas, creciendo a su alrededor y colgadas de los grandes voladizos de roca.
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